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REMES

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Red mundial de escritores en español

miércoles, 6 de octubre de 2010

Una Erasmus para Laura - Capítulo 7

En la residencia Highgate las chicas se retiraban a los salones comunes después de la cena y algunas otras a sus habitaciones para estudiar. Laura y sus compañeras se sentaron a ver la tele un rato, pero el programa no era muy atractivo. Un concurso de esos de habilidades que aburría a las chicas que optaron por apartarse en una esquina del salón donde había un sofá en donde Laura y Carmen se sentaron. Vicky y Lourdes lo hicieron sobre la alfombra. Por lo menos su charla era más entretenida que la programación televisiva y haciéndolo bajito comentaron sobre su día sin molestar a las demás.
―¿Sabéis lo que me ha pasado hoy?  ―dijo Laura con un énfasis de asombro.
Todos los ojos se centraron en ella esperando que soltara la bomba.
―No os lo vais a creer… ¡He conocido personalmente a John Lane!
―No te creo ―intervino Vicky Blackwell de manera automática sin dejarla seguir―. John Lane es un tío que se vende muy caro y si no te conoce de nada, eso es imposible.
―¿Se vende? ―preguntó Carmen sin entender―. ¿Qué has querido decir con eso? Hoy día hay que tener mucho cuidado con el léxico…
―Quiero decir que es un presuntuoso que va de guay y sólo admite en su grupo a quien él quiere. Eso sí, aparte de sus rarezas… ¡Está buenísimo! Es un bombón caramelizado Ya lo veréis…
―¿Quieres decir con eso que es un fanfarrón  y que a pesar de eso te liarías con él? ―le preguntó Laura para asegurarse de que había entendido bien. Vicky asintió sonriente―.  Pues ha sido él quien se ha acercado a mí esta mañana mientras me quedé en el patio de la facultad contemplando el conjunto del observatorio que hay allí ―le explicó llanamente lo sucedido―. Se presentó y hablamos un rato, de hecho quería invitarme a un café.
―Eso sí que no me lo creo, Laura. No sé por qué te inventas esas cosas, sabes que me muero por formar parte de ese grupo de estudios y ¿encima me vienes con éstas? ¿Pretendes ponerme los dientes largos?
―¿Y por qué no va a ser verdad? ―la interrumpió Lourdes―. A lo mejor es que Laura le ha gustado a ese tal John.
―¡Uff! eso sí que es imposible… John tiene unos gustos muy especiales, tías. Nunca imaginaríais lo remilgado que es.
―¿Insinúas que mi hermana no puede ser especial? ―intervino Carmen alertada por la pedantería de Vicky.
―¡No, en absoluto!  ―dijo imaginando que sus palabras las habían puesto a la defensiva―… Sólo quiero decir que conozco bien a ese chico y sus apetencias van por otro sitio…
―Pues para conocerle tan bien ―comentó Carmen―, aún no has logrado entrar en su maravilloso grupo de estudios… Eso será por algo, ¿no?
―Bueno, ¡haya paz! ―medió Laura―. Si sé que la conversación toma estos derroteros no abro la boca. No tiene importancia. Mañana ya se habrá olvidado de mí. La facultad está llena de chicas… Yo sólo soy una más.
―Pues eso es lo que no puedes permitir ―la instó de nuevo Vicky con vivo interés.
―Pero, ¿no dices que sus gustos van por otro sitio? ―inquirió Laura confundida.
―Si es verdad que lo has conocido, tienes que presentarnos a las demás. Es una oportunidad de oro.
―Entonces, ¿en qué quedamos, guapa? ―indagó Lourdes sin saber de qué iba Vicky―. ¿Conoces o no conoces a ese tío? Porque no te aclaras… Lo mismo dices que le conoces bien, que dices que quieres que Laura te lo presente.
―Bueno… ―sonrió mientras sus carrillos se encendían intensamente―, le conozco de clase y de haber hablado alguna vez con él en el patio, de alguna fiesta de cumpleaños… ¡Los celebra a lo grande! Pero, chica, no hay nada de malo en que te advierta de que debes saber nadar y guardar la ropa y, si es verdad que se ha acercado a ti…, tal vez tengamos una oportunidad de pertenecer a su grupo. Ya sabéis… ¡Aprobados seguros! Así que fomenta su compañía y si llegas a algo más íntimo ya sabes habla con Robin. Después me lo pasas a mí. No te importará, ¿no?
―¿…Que hable con Robin? ―inquirió Laura sin saber a qué se refería―. ¿Para qué?
―¡Pero bueno…! ¿Es que las chicas en España sois tontas? 
―¡Oye, sin ofender! ―se quejo Lourdes harta de la suficiencia de aquella chavala―. España está llena de españoles, ¿sabes? Y no es precisamente de preguntarles a los ingleses qué hacer en las horas libres…
―No te enfades, tía. No tengo nada en contra de España. Me refería a lo que os dije el día que llegasteis, ¿no lo recordáis?
Las tres chicas se miraron sin saber de qué hablaba y haciendo un gesto de negación con la cabeza miraron a Vicky esperando a que las sacara de dudas.
―¿No recordáis cuando os dije lo del bis a bis? ―preguntó sorprendida―. Por si hacéis algún amigo de cama… ―las miró a todas de una en una que seguían sin entender muy bien―. ¿Tías vosotras no…?
―¿Estás insinuando que si queremos tirarnos a algún tío existe una posibilidad? ―intervino Carmen directa en el tema.
―¡Vaya, una que no es extraterrestre!
―Pero si prácticamente están prohibidas las visitas en este lugar ―le espetó Laura segura de lo que decía.
―¿Y quien está hablando de las horas de visita, tía? ¡Joder! Os dije que por unas libras… pues podríais tener intimidad si queréis…
―¡Aquí! ―exclamaron las tres tan asombradas que el resto que veía la tele las miraron de repente siseando para exigir que hablaran más bajo.
―¡Silencio! ―chistó Vicky con el dedo sobre sus labios―. Eso no lo sabe todo el mundo, sino las que realmente deben saberlo y pienso que vosotras sois unas tías muy enrolladas y tendréis suerte con los tíos ya mismo. ¡Oídme! ―dijo bajando la voz―. Si llega el caso, que estoy segura que llegará, en el sótano hay unas habitaciones que por quince o veinte libras podéis disponer de ellas una hora…
La expresión de las cara de las tres españolas fue de sorpresa completa sin poderse creer que lo que oían era cierto. Estuvieron calladas unos instantes sin saber que decir, pero ninguna de las tres quería que la chica inglesa pensase de ellas que eran unas estrechas o unas católicas reprimidas, por lo que intentaron aparentar naturalidad y sonrieron casi de la misma manera, sin saber por dónde abordar el tema sin parecer idiotas.
―…Quedáis con Robin un día antes, al menos, y sabréis si disponéis de la habitación o están ocupadas. ¿Qué os pasa?  ―les preguntó al verles las caras―. Os habéis quedado sin habla…
―Bueno… ―dijo al fin Laura para romper el silencio que la noticia les había causado―, no es que me asuste de estas cosas, pero la verdad es que no me suenan muy fiables y mucho menos en un sitio tan recto como éste. Es bastante impensable de un lugar así.
―Pero, ¿qué puede pasar, tía?  ―la reprobó Vicky―.  Robin es medio bobo… ¿No le has visto? Simplemente se gana un dinero con este negocio… Sí, ya sé… No es muy respetable y a espaldas de sus tíos, pero no hace daño a nadie. Al contrario… ―rió divertida―. ¡Alivia las tensiones un montón! , Chicas, hay que llevarse por delante todo lo que caiga, que la vida es corta y no sabes lo que te guarda.
―¡Sshhhh…! ―sonó con fuerza desde el otro extremo de la sala.
―Lo siento chicas ―se apresuró a decir levantando una mano en señal de disculpa.
―¿Lo has probado? ―quiso saber Carmen.
―¿En el curso pasado? Te diré… dos veces, por eso sé que el lugar es de fiar y está limpio… Pero [1]trippis no, eso me da miedo, mis padres me matarían si saben que tomo drogas.
―¿Drogas? ―dijo Carmen alarmada―. Tan estirados con las normas y… ¿también hay drogas aquí?
―Aquí, aquí, no… Son por encargo y las traen…  trippis, chulas, coca, alcohol y todo tipo de mierdas de esas… de no sé qué pub famoso en Camden. The bull’s tail ―continuó Vicky―. Es un pub famoso entre los estudiantes de las universidades.
―El rabo del toro… ¡Vaya nombre! muy sugerente ―rió Lourdes― y gráfico. ¿Quién lo consigue, Robin?
―No ―rió imaginándose al sobrino de Mrs. Rhys-Meyers de camello―. Imposible con su cociente mental. Son dos chicas de la residencia tiene contactos fuera y por unas libras te consiguen prácticamente lo que quieras. Las conocen como Las Diosas y lo peor de todo es que ellas se lo creen a pie juntilla.
―¿Quiénes? ―pregunto Laura.
―Chris Pliper, su sombra inseparable: Debbie Leonard y el grupito que siempre va con ellas. Desde que llegaron a Highgate se hicieron con el control de estos temas y no me veas la clientela que tienen.
― Unas diosas… ―exclamó Laura sorprendida―. Menudas diosas…
―¿Es seguro? ―siguió Lourdes preguntando―. Me refiero a las habitaciones. De drogas no quiero saber nada.
―Tú misma tienes la llave de la habitación hasta el final, que se la devuelves a Robin, y cada uno por su lado. Hay una salida trasera por unas escaleras que conectan con el jardín de atrás y por donde entran los abastecimientos de la cocina. Nadie se da cuenta, es de lo más discreto.
―¿Hay muchas habitaciones? ―concluyó Laura sin salir de su asombro.
―Unas seis o siete…, tal vez ocho, pero no más. Nunca las he contado. Están en el sótano, debieron ser almacenes de provisiones o algo parecido, cuando esta casa no era una residencia. Pero están limpias, las sábanas las cambian con frecuencia. Las camas en general son buenas… No es que sea un hotel de cinco estrellas, pero no están mal, además, tienen una ventana, que aunque pequeña, da luz y ventilación.
―Qué maravilla, ya podré dormir tranquila esta noche ―ironizó Lourdes es español mirando a sus amigas―. Estamos alojadas en una residencia de celestinas, pero las habitaciones están limpias y bien ventiladas.
―¿Qué dice? ―preguntó Vicky.
―Dice que le encanta ―tradujo Carmen riéndose. Lourdes le dio un manotazo en el brazo.
―¿Eres idiota?
―Nunca se sabe, amigas, La ocasión la pintan calva… y si encuentras a un tío dispuesto y que te entre por el ojo…
―Calva me quedaría yo si mis padres se enteraran que ando tirándome a los tíos que me gustan en la misma residencia que ellos escogieron.
―Lourdes, no seas ñoña, estás a miles de kilómetros de tus padres y nadie se va a enterar. Puedes preguntarle a Chris Pliler o a Debbie Leonard… Ellas son muy famosas en la facultad de Literatura… y unas buenísimas clientes de Robin.
―Yo paso, tías. No quiero meterme en líos, y como dije antes eso me huele mal.
―Laura, qué mema eres… ―la recriminó su hermana―. Como bien ha dicho Vicky, la ocasión la pintan calva y si la ocasión se presenta… no pienso desaprovecharla.
―Haz lo que quieras… Yo paso. Pero recuerda que quince libras, son quince libras, son casi veintidós euros...
―¿Tienes vocación de monja? ―preguntó Vicky con un fino tono irónico.
―No, en absoluto ―le contestó Laura resuelta―, tengo vocación de arquitecto y no pienso echar a perder mi beca por un polvo en un sótano mugriento. Si me dejara llevar por algo debería ser algo importante…, tendría que ser amor verdadero.
―¿Crees de verdad que eso existe hoy? ―le preguntó Vicky alarmada por el repentino romanticismo que mostraba su compañera de cuarto.
―No lo creo, estoy convencida. Sólo hay que dejar que llegue.
―A los tíos de hoy no le interesan los amores duraderos. Llegan te cuentan cuatro cosas al oído a la luz de la luna, te dicen que guapa eres, cuanto les gustas y vamos al coche… ¿Es eso amor verdadero? Al día siguiente sufren de amnesia y si te vi no me acuerdo, como máximo sumas unas semanas con ellos y conforme ven o creen ver que la cosa se pone seria o toma tintes de formalidad, desaparecen como por arte de magia diciendo que ellos no están preparados para eso y que las relaciones duraderas no van con ellos.
―Pero es la parte cruda de la historia ―rebatió Carmen suspirando al acordarse de un casi novio que había dejado en la facultad en Málaga―. Hay buenos chicos con buenas intenciones, que quieren salir contigo y pasarlo bien sin propósitos de maltratarte o aprovecharse de ti.
―¿Dónde están esos chicos? ¿En España? ―rió Vicky sin podérselo creer―. Emigraré en busca de uno. Eso no existe en Londres ni en ningún sitio. Los hombres tienen demasiado por parte de las chicas y eso ha hecho que se acabe lo románico de una relación. Sólo está el “aquí te pillo, aquí te mato”… Ya me comprendéis.
―Mi chico ideal es moreno, alto fuerte y soñador, y muy cariñoso… ―dijo Carmen―, no me importa que no sea el más guapo, pero que sí sea tierno y fiel.
―Eso es genial… Encargaremos uno a la fábrica y tal vez para el 2020 lo tengas. Un perfecto muñeco inflable con tecnología digital, con programador en modo cambio de pelo, de facciones, ropa de deporte, de fiesta y de paseo, sentimental y con opción modo “buen amante” o “latin lover”.
Las chicas empezaron a reírse de las bromas de Laura, quien tomó el centro de la sala, pues las compañeras de la tele ya se habían retirado, y comenzó a disertar sobre sus gustos con los chicos haciendo gestos de sublime ilusión más que idealizada.
―Pues mi chico ideal es alto, de espeso cabello moreno, piel suave y blanca. Con unos grandes ojos verdes como los campos de trigo y cejas bien perfiladas, la nariz recta y justa a su facciones bien definidas, con una boca de maravillosos labios canositos por donde una voz dulce y varonil me diga palabras  de amor, que sea sensual tierno y creativo, que le guste la música, como a mí.
―A todos les gusta crear ―bromeó Lourdes con una de sus burradas repentinas―. No tienes nada más que decirle vámonos al coche a echar un polvo y verás si son creativos, los muy salidos, como no pongas medios.
―¡Pero tía, qué manera de quitarle el encanto a todo lo que he dicho!
―Tíos así no existen, sólo en las pelis… Parece que no os habéis dado cuenta o es que no os coméis una rosca con un tío de verdad desde hace mucho tiempo.
―Pues para ser sincera las dos cosas ―repuso Laura con cierto toque de decepción.  
―Bueno eso en Londres tiene arreglo. ¿Verdad que sí Vicky? ―la otra joven asintió con la cabeza―. ¡Ahora yo! ―manifestó Lourdes que estaba deseando―. Mi chico ideal es un tío que no sea demasiado alto, 1’70 ó 1’75,  no mucho más alto que yo… grande y dulces ojos azules y boca carnosa para comérsela, un poco loco, un poco sensato, un poco soñador y un poco tierno y por supuesto un gran amante…
―Tomo nota para la fábrica japonesa de androides con IA.  ―rió Laura cogiéndose las piernas en forma de buda sobre el sofá―. ¿Color de pelo?
―Castaño claro. ¡Me encanta!
―¿Blanco, negro, amarillo, verdoso?
―¿Verdoso? Pero, tía, ¿qué pretendes que me tire a un alíen?
―No, a un alíen no, pero como en Londres hay tantos chicos, pakistaníes y de la India… Pues todo es posible. Y dime tú si no tienen la piel verde aceitunada… ―un silencio cómico se hizo de momento en donde un segundo más tarde estallaron de nuevo las risas de las chicas―.  Y aparte de que sea el mejor amante del mundo, ¿algo más? ¿Con modo poesía o serenata?
―¡No! Heavy Rock. Tipo AC-DC. Así los polvos serán detonantes.
De nuevo las carcajadas sonaron en la habitación, Carmen le tiró un pañuelo de papel que tenía en la mano a su hermana.
―Pero qué cursi eres, tía, eso ya no se lleva. ¡Modo poesía o serenata…! ―la remedó―. Reza por que sea machote y no te salga marica después. ¿No le pasó eso a Tere “Ángelroto”? Una chica de nuestro colegio ―le preguntó seguidamente a su hermana, quien asintió con el gesto―. Eso sí que es una putada… “Tía, que me parece que no te quiero porque he descubierto que últimamente me gustan más los rabos…”
Vicky las miró seria y unas lágrimas asomaron a sus ojos que difícilmente contuvo al oír el comentario espontáneo de Carmen. Laura se acercó a ella.
―¿Qué pasa? ―le preguntó―. ¿No te ríes?
―Es difícil reírse cuando a ti te ha pasado eso mismo.
Las risas cesaron de repente lo mismo que habían empezado. Se quedaron calladas mirando a Vicky pensando que la metedura de pata era tan grande que era igualmente imperdonable.
―¿Qué edad tienes? ―le preguntó Laura notándola amargada por el comentario.
―Haré veintiuno en diciembre ―le dijo Vicky con la mirada perdida en el infinito―. Y ya me han dado muchos palos, nenas. Desde que empecé a soñar a los catorce.  Un tío se río de mí y estuvo tomándome el pelo durante año y medio, para después enterarme que me ponía los cuernos con su compañero de taller… Era mecánico. ¡Los monos llenos de grasa le ponían al muy cerdo!  Y después en secundaria me enrollé con un tal Benny… el muy estúpido creía que echar un casquete era estampillarte contra una pared en mitad de la noche en un lugar oscuro mientras te comía la boca con aliento ajo… Vinimos juntos a estudiar Londres pero lo mande a que lo petaran en cuanto supe desenvolverme… Gracias a que él no estudia en la UCL. Yo sólo busco un tío con el que tener un poco de estabilidad.
―¿Estabilidad? No pareces muy segura del concepto de estabilidad. Por lo que conocemos de ti te comportas como uno de esos tíos de los que hablas. Hoy cojo uno, mañana otro y el fin de semana que viene otro… Esa no es la mejor manera de buscar estabilidad.
―Quiero uno para mí sola y estoy dispuesta a cualquier cosa por conseguirlo. Estoy dispuesta a conseguir que ese uno sea nada más y nada menos que John Lane. Eso es lo que quiero. Quiero a John Lane.
Laura la miró prudente, sobresaltada por aquella inesperada afirmación, pero más que nada por la forma en que la había hecho; de repente a Vicky le había cambiado el gesto y sus ojos parecían los de una loba hambrienta. Estaba hablando completamente en serio, súbitamente la Vicky alocada y vivaz parecía haber sufrido una transformación por un insondable motivo que emanaba de lo más profundo de su persona y que evidentemente desconocía. No se atrevió a preguntarle, su voz la asustó. Pero no le cabía duda de que hablaba en serio… muy en serio.
Carmen intuyó que debía decir algo para hacer un cambió de tema. Se desperezó ruidosamente estirando sus brazos hacia arriba todo lo que pudo mientras el bostezo se escuchaba fuerte y sonoro.
―Bueno, chicas, es hora de irse a dormir, no hay cosa que me moleste más que ese timbre a las 6:30 de la mañana. Empiezo a odiarlo.
―Sí, es un fastidio ―secundó Lourdes―, pero no nos queda otra. El deber es el deber y hay que ir a la “fácul”
―Entonces vámonos a dormir. ¿No vienes, Vicky? ―le preguntó Laura.
―Sí... sí… Subid, ahora os alcanzo.







[1] Pastillas estupefacientes

2 comentarios:

Limeña introvertida dijo...

Esa Vicky me da miedo!!!
Es media bipolar esa chica. No se, pero me parece que va a traer muchos problemas a Laura.

Y vaya lugarcito en el que fueron a parar las gemelas! muy formal, muy estricto, pero bien que se hacen tonterías allí.

Sobre los chicos... Uf! encontrar uno con más sentientos que ganas de follar (¿use bien la palabra?) es una "mision imposible". Ojalá todas las chicas tuvieramos la oportunidad de encontrar, sino al chico de nuestros sueños, a alguien que nos quiera de verdad, y más allá de solo un momento de calentura.

CAp. 8, ya voy..

Klaudia Quiroga dijo...

Sé que llevo muchísimo tiempo sin dejarte un comentario pero no he dejado de leer, así que ahora para compensarte vuelvo atrás y empiezo desde donde lo había dejado. Me parece que tengo mucho trabajo hehehe pero eso me pasa por no haberte ido dejando los comentarios a medida que iba leyendo hahahh pero voy a cumplir mi palabra xD ya te dije en un comentario anterior que te dejaría uno en todas las entradas y así haré, igual que tú haces en mi blog. Lo que pasa es que me podía la ansiedad de seguir leyendo y claro al final acababa leyendo unos 20 capítulos de golpe y luego no me daba tiempo para los comentarios xD Creo que debería aprender a controlara mi ansiedad hahahah
Algunos voy a tener que releerlos para poder dejar un buen comentario xD
Pero bueno, ya paro y empiezo con mi opinión sobre este capítulo.
La verdad es que no me sorprende mucho lo de Vicky, ya desde el principio hubo indicios de que no iba a ser la mejor amiga perfecta xD Parece la típica chica que en cuanto hay un tío de por medio si te he visto no me acuerdo y como bien lo ha dicho ella misma, por conseguir un chico hace lo que sea así que no me sorprendería en absoluto que a partir de aquí se convierta en uno de los mayores obstaculos para Laura en su vida social.

Que las hadas y musas elijan un capítulo para ti. Con suerte te quedas a compartir esta aventura.


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