Las canciones y melodías navideñas se dejaban oír por cualquier
parte. La iluminación en la ciudad era todo un espectáculo de luz y la nieve no
paraba de caer, alfombrando las calles con su manto blanco, otorgándole a aquel
tiempo tan esperado la clásica estampa de los días de fiesta que se acercaban. Desde
Oxford Street a Victoria Street, desde Trafalgar Square a Euston o King’s Cross
Road, desde Westminster a Candem, Myfair, Covent Garden, Notting Hill, Vauxhall
o Kennington y muchos otros lugares conocidos de Londres, la ciudad se veía
preciosa y las chicas habían disfrutado mucho de ella, caminando por la nieve,
sacando fotos a diestro y siniestro de todo lo que veían y le llamaba la atención
antes de regresar a su país. La ciudad vestida para la Navidad, llena de luz y
color, era un regalo para la vista y un goce para el espíritu que se regocijaba
con la contemplación del ornamento de la gran metrópoli para las fiestas.
Por aquellos días tuvo lugar la gala de teatro en la RADA
para las familias y amigos de sus alumnos, entre ellos Ruth y Jane, se habían
estado preparando. Los nervios coparon la tónica de la jornada y hasta que la
dos amigas no se vieron preparadas para salir a escena, no se apaciguaron sus
inseguridades un poquito. Cuando el telón se levantó para Ruth fue como entrar
en otro mundo, “El mundo de Alicia”,
donde cada candileja podría ser un particular Risón y cada compañero de reparto los personajes de un cuento
personal que en su mente había tomado forma para hacerla llegar hasta aquel
momento de su vida. Su primera obra de teatro importante en un teatro auténtico,
nada de pequeños escenarios de juguete como los que habían pisado antes,
siempre en los colegios. Allí era todo diferente; al menos Ruth lo veía así. El
ambiente que se respiraba entre los compañeros, el mismo murmullo de los
asistentes mientras iban llegando y ocupando sus lugares. El nerviosismo de Ellie Crompton que, agarrada
con impaciencia a la tela, abría un poco los dos lados superpuestos del telón
para ver como se iba llenando el patio de butacas y los palcos… El sonido de
los últimos preparativos de attrezzo y vestuario cuando ya se había iniciado la
cuenta atrás. Ruth se sentía a punto de estallar de dicha. No se podía creer
que todo aquello estaba sucediendo...