Mientras subían en el ascensor Paul iba echado sobre el panel
del fondo de cara a la compuertas con las manos metidas en los bolsillos de sus
jeans, la idea de encontrarse con su padre no le entusiasmaba demasiado, había
algo dentro de él que le inquietaba, tanto, que el motivo real de haber ido
hasta allí se le había olvidado transitoriamente en aquel momento, pues pensaba que
aquella no era la forma en que él había deseado que su padre conociera a Laura.
Pero los acontecimientos se impusieron de tal forma que ya era imposible evitar
el encuentro. John volvió a su mente. La idea de saberle entre rejas le traía
una sonrisa diabólica de deleite a sus labios, no podía negarse a sí mismo que
estaba disfrutando con aquello, pero John había estado buscando algo así toda
la mañana tal ver con la intención de hacer ve a Laura que podía hacer lo que
le diera la gana y salir impune burlando a la pasma. En definitiva estuvo
haciéndose el gallito y al gallito le habían desplumado y eso era lo que
satisfacía a Paul inevitablemente. John recibió aquella mañana una bofetada sin
mano, pero era lo que se merecía.
Todos iban en
silencio con una sensación de haber escapado del peligro en sus cabezas que se
acrecentaba de una forma desagradable a medida que llegaban a su destino. Todos
podían estar en dificultades, Estuvieron en peligro, un peligro real y nadie,
excepto Paul, había previsto nada. Por eso Paul pensaba que John había sido
idiota, siempre tan perdonavidas y pendenciero, haber metido al grupo en
semejante bulla, sin trazar un buen plan de retirada en caso de necesidad, era
la mayor imprudencia que John cometió al exponer a las chicas a la trifulca
estudiantil. Tal y como los acontecimientos habían demostrado. La oportunidad
de escapar de semejante reyerta se había presentado como por arte de magia y
Paul sin dudarlo la tomó por la seguridad de las chicas sobre todo; en ningún
momento se había dejado de sentir responsable de ellas. Ahora, tras la charla
que se imponía con los padres de John y Ritchie, las acompañaría hasta la
residencia para mayor tranquilidad. Miró a Laura, ella venía distraída, inmersa
en sus pensamientos, cualquiera que fuesen. Paul retomó los suyos. La idea que
tenía del momento en que su padre conociera a su novia. Nada era parecido a lo
que había imaginado, nada. Sus ideas eran otras distintas por completo, donde
el buen gusto hubiera prevalecido en el ambiente de un cóctel o una cena en
casa o cualquier cosa similar. Pero
ahora iban como verdaderos desarrapados de los empujones, tirones, revolcones y
caídas en los altercados. A George le
habían roto la camisa y a él le habían medio arrancado una manga del chaquetón,
además estaban despeinados, sucios y
sudorosos de las carreras que habían dado para escapar del tumulto, y
no olían precisamente a rosas ninguno de ellos. Pero no presentarle a Laura le
parecía una grosería que ella se podía tomar a mal. Así que decidió hacer la
vista gorda sobre todo el estado de las ropas que les ataviaba y seguir con la
intención de hablar con los padres de John y Ritchie antes de que pasara más
tiempo. Después ya vería qué inventaría para mejorar la situación...