Laura sacó el móvil de su bolso para poder ver lo que decía
el mensaje que había recibido mientras estaba con Madame Dorottya. Le
desbloqueó las teclas y accedió a mensajes, había dos, el primero era de Paul
que decía:
Hola guapísima, ¡Felicidades! =) Ya vamos de camino,
George y Bob vienen conmigo. Tranquiliza a tu hermana, aunque creo que él le ha
mandado otro SMS.
Me muero por
verte. Tengo que decirte algo importante. Le hablé a mi padre de ti, quiere
conocerte. ;)
Nos vemos en unos minutos. Un beso.
El siguiente era de John… Laura
suspiró recordando las cosas que le acababa de decir la gitana del pañuelo con
monedas. La elección primaba para frenar aquello, pero seguía siendo inevitable causar daños
colaterales al decantarse por uno. El mensaje de John era más directo:
Feliz cumpleaños, pequeña gata con botas, nos vemos en
media hora: P. Vaya coñazo de acto, no se acababa ni a tiros. Prepárate para
pasar el mejor cumple de tu vida. Te quiero.
Al leer las últimas palabras
Laura se ruborizó sin poderlo evitar, ocultó la pantalla de su móvil para que
nadie pudiera leer lo que allí había escrito y respiró profundamente para poder
recuperarse de la extraña sensación que la poseyó al leer aquel “Te quiero”.
Carmen se dio cuenta y se acercó a ella curiosa, sabiendo que era por lo que
había encontrado en el móvil. Laura la miró, aún sin salir del de aquella
mezcla de pasmo y euforia seguida de una preocupación lacerante y un sentimiento de lástima que
la hacían sentirse un poco culpable de no corresponder a la afectividad de
aquel chico maravilloso. Se lo dejo leer. Ella la miró arqueando las cejas en
señal de admiración.
―¡Y la gitana decía la verdad,
tía! ―exclamó con los ojos como platos sin poder darle crédito―. ¡No me lo
puedo creer, es muy fuerte, tía!
―¡Calla! ―murmuró Laura preocupada
por que la oyera Vicky―. Tengamos la fiesta en paz. Esto no es gracioso. ¡Para nada es gracioso! John no sabe la forma de meterme en
dificultades… Si Vicky se entera… ¡la arma!
Carmen hizo el gesto de cerrar su
boca con una cremallera y tirar la llave lejos. Laura le sonrió.
―Pero no exageres, ¡eh! …Bonita,
que exageras un montón. Ese chico te quiere y sabes que es verdad, ¿no? Pues
que se fastidie el mundo...