Habían salido muy temprano al amanecer, aunque el viaje hasta Salisbury, una ciudad situada al Suroeste de Inglaterra en la confluencia de cinco ríos que transcurren por un condado llamado Wiltshire, no tomaba más de dos horas desde Londres. Paul quería llegar pronto para instalarse con tranquilidad y aprovechar a fondo la mañana. Además de Laura, iban en su coche Vicky, Ritchie y Lourdes. John había decidido no salir tan pronto, detestaba madrugar tanto y llegaría obviamente más tarde. George, Carmen y Daphne viajarían con él, mientras que el resto del grupo, o sea, Bob y Alice, habían decidido ir en tren. La noche de antes John dejó muy claro que no quería a Vicky Blackwell en su coche y Laura se había encargado de convencer a la chica para que fuera en el Mini con ellos y esperara la llegada de John mientras colocaba sus cosas, como si fuera una especie de sorpresa para el chico. Aunque le costó un poco hacerla comprender aquello de la sorpresa. Sólo la certeza de que ella tenía una de verdad para John, hizo que accediera a ir en el coche de Paul y esperar su llegada.
Laura le sostenía la puerta y
pensaba que si Vicky empezaba a hacer preguntas llegaría al fondo de que todo
aquello no era nada más que una excusa para convencerla de que fuera con ellos.
Suspiró haciéndose la pensativa adoptando una postura de agrado para
comentarle:
―No lo sabrás nunca si no estás
allí para cuando llegue ―precisó mirándola de una manera muy sugerente
indicándole que haría lo correcto entrando en el coche―. Ya sabes cómo es John…
No se aguanta con sus manías y sabes también que últimamente por las mañanas no
está de muy buen talante que digamos… Así que mejor dejas que desfogue sus
malos humos conduciendo durante el viaje y así cuando llegue a Salisbury ya irá
más calmado.
Vicky pareció pensativa de
nuevo. Laura temía que se echara atrás y decidiera que quería ir con él. Lo que
Vicky no sabía era que si tomaba esa opción tendría que ir en tren.
―Está bien…―asintió entrando en
la parte trasera del vehículo―. Eso que dices tiene su lógica. Además tengo una
grata sorpresa para él. Será una correspondencia de estupendas sensaciones…
Laura suspiró relajándose,
subiéndose inmediatamente detrás de Vicky.
Intercambió miradas con Paul que ya había puesto en marcha el motor.
―¿Nos vamos ya? ―inquirió el
chico.
Laura asintió con un gesto.
Eran las 8:00, acababan de llegar a
Southampton y Paul estaba dando vueltas a una rotonda buscando las señales
indicadoras, había estado buscando el GPS de su padre, pero ni en su
despacho ni en el dormitorio, ni en la sala de lectura lo había encontrado; así
que consultó la ruta en Google antes de salir y tomó la más larga, pero con
menos peajes y así le resultaría menos gravosa y sin tantas paradas.
―Creo recordar que ponía tomar
la salida hacia Basset Green Road y seguir hacia Swaythling… ―decía el chico
mientras iniciaba la segunda vuelta.
―Winchester… Centro Ciudad.
Cementerio. Aeropuerto… ―decía Laura mientras leía las señales indicativas a
Paul―. Parece que ninguno muestra que dirección debemos tomar… ―siguieron
volteando la rotonda y Laura leyendo las nuevas señales que encontraban a su
paso―. Centro ciudad, puerto, paseo marítimo, muelle este… Esas señales indican
el camino a seguir dentro de la ciudad. ¿Nos hemos perdido?
―Daremos otra vuelta… ―sugirió
Paul girando el volante para tomar de nuevo la rotonda.
―Ten cuidado avisa de radares
más adelante… Aunque para eso tendremos que dejar de dar vueltas como un
carrusel en esta rotonda. ¡Qué mareo!
―Estamos un poco despistados,
chicos… ―suspiró Paul desorientado―. Tendré que consultar el mapa.
―Lo que viene a significar en
idioma ordinario… ¡Que nos hemos perdido! ―completó Ritchie con su humor de
siempre vociferando la última parte de la frase… por lo de ordinario―. ¿Os
parece que paremos a descansar un rato? A ver si estirando las piernas se
estira la mente y nos despertamos de una vez. Paul y yo consultaremos el
navegador del móvil a ver si podemos salir de aquí. Venga bro, apártate a un lado y lo miramos
en un momento, que ya me empiezo a sentir atontado de tanto dar vueltas.
―¡Sí! ―exclamó Vicky llevándose
las manos a la boca conteniendo una arcada―. Para, Paul, por favor y déjame
salir o pondré tu coche hecho una pena…
Yo también estoy mareada… ¡Creo que voy a vomitar! ―los urgió por salir
de prisa del coche.
Paul salió de la rotonda y paró
rápidamente pensando que Vicky le iba pringar el coche de vomiteras y se apeó a
toda prisa para dejar que ella bajara. La chica corrió hasta acercarse a un
árbol donde se apoyó para devolver todo el desayuno que había tomado. Laura y
Lourdes se acercaron tras ella, para prestarle un poco de ayuda con una botella
de agua que habían comprado en la estación de servicio, cuando repostaron antes
de salir de Londres, pero Vicky no la aceptó, siguió dando arcadas y
vomitando líquidos un rato. Laura se sintió apurada de verla, pues se estaba
deshaciendo en náuseas y ya no arrojaba nada, pues poco podía arrojar desde su
estómago después de lo que había devuelto...