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REMES

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Red mundial de escritores en español

viernes, 25 de febrero de 2011

Una Erasmus para Laura - Capítulo 34

Laura sacó el móvil de su bolso para poder ver lo que decía el mensaje que había recibido mientras estaba con Madame Dorottya. Le desbloqueó las teclas y accedió a mensajes, había dos, el primero era de Paul que decía:

Hola guapísima, ¡Felicidades! =) Ya vamos de camino, George y Bob vienen conmigo. Tranquiliza a tu hermana, aunque creo que él le ha mandado otro SMS.
 Me muero por verte. Tengo que decirte algo importante. Le hablé a mi padre de ti, quiere conocerte. ;)
Nos vemos en unos minutos. Un beso.

El siguiente era de John… Laura suspiró recordando las cosas que le acababa de decir la gitana del pañuelo con monedas. La elección primaba para frenar aquello, pero seguía siendo inevitable causar daños colaterales al decantarse por uno. El mensaje de John era más directo:

Feliz cumpleaños, pequeña gata con botas, nos vemos en media hora: P. Vaya coñazo de acto, no se acababa ni a tiros. Prepárate para pasar el mejor cumple de tu vida. Te quiero.
  
Al leer las últimas palabras Laura se ruborizó sin poderlo evitar, ocultó la pantalla de su móvil para que nadie pudiera leer lo que allí había escrito y respiró profundamente para poder recuperarse de la extraña sensación que la poseyó al leer aquel “Te quiero”. Carmen se dio cuenta y se acercó a ella curiosa, sabiendo que era por lo que había encontrado en el móvil. Laura la miró, aún sin salir del de aquella mezcla de pasmo y euforia seguida de una preocupación lacerante y  un sentimiento de lástima que la hacían sentirse un poco culpable de no corresponder a la afectividad de aquel chico maravilloso. Se lo dejo leer. Ella la miró arqueando las cejas en señal de admiración.
―¡Y la gitana decía la verdad, tía! ―exclamó con los ojos como platos sin poder darle crédito―. ¡No me lo puedo creer, es muy fuerte, tía!
―¡Calla! ―murmuró Laura preocupada por que la oyera Vicky―. Tengamos la fiesta en paz.  Esto no es gracioso. ¡Para nada es gracioso! John no sabe la forma de meterme en dificultades… Si Vicky se entera… ¡la arma!
Carmen hizo el gesto de cerrar su boca con una cremallera y tirar la llave lejos. Laura le sonrió.
―Pero no exageres, ¡eh! …Bonita, que exageras un montón. Ese chico te quiere y sabes que es verdad, ¿no? Pues que se fastidie el mundo...

lunes, 21 de febrero de 2011

Premio Kawaii







Recibir un premio por ser bloggera o bloggeriana, como dice Kate, que es quien me lo ha otorgado, era una cosa que jamás había pensado tener.
Me siento muy agradecida por ello y especialmente a Kate ( http://minimundoss.blogspot.com) por tenerme en cuenta de esta manera. Desde que nos conocimos, el verano pasado, siempre hemos tenido mucha empatía y ella se ha interesado por mi novela y ha participado en mi blog siguéndolo y comentándolo, siempre que ha podido.
 Esta semana estoy de celebraciones. He alcanzado las 5000 visitas en un tiempo que me parece increíble, cuatro meses. He pasado a pertenecer a la amplia Red Mundial de Escritores en Español, donde mi humilde persona ya tiene su página con su ficha y su bibliografía, lo cual supone para mí un honor, pues andar al lado de los grandes escritores que forman parte de la mencionada red supone para mí un orgullo especialmente gratificante.
 Y, por último,  me han dado un premio ¡Señores, no se puede pedir más! Sólo decir que me hace feliz y que me da la seguridad de saber que escribir esta historia aquí ha sido una buena idea.



Ahora a cumplir con las reglas, que para eso se llaman reglas... si no,  no se llamarían así. 
Paso a su cumplimiento.
1.- Bueno, con mi introducción he cumplido con el primer paso del protocolo. Colocar el premio y hablar de quien me lo concedió. No obstante, reitero mi agradecimiento a Kate por se tan guay y tenerme en cuenta de esta manera tan cariñosa y graciosa. A ella no le falta nunca una palabra para mí, lo cual le agradezco también desde aquí.
2.-  Contestar, ¿Por qué me gusta lo guay y cute?
Porque es lo mejor de esta vida, todo lo guay y cute es lo que nos hace sentir bien, ser felices y sonreír.
3.- Contestar, ¿Por qué he creado mi blog?
Supongo que por lo que lo crea todo el mundo: para poder ser leída. escribir ha sido mi vocación desde que tengo uso de razón y Una Erasmus para Laura fue mi primera novela. Después de muchos años metida en un cajón, como cuento en su introducción, este verano pasado pensé que ya era tiempo de sacarla, de darle luz y la forma más rápida de hacerlo fue a través de un blog donde llegaría casi simultáneamente a todos quienes quisieran leerla y seguir las peripecias de mis personajes. El resultado ha sido muy satisfactorio para mí. 
Y por último, entregarlo a otros blogs. 

Y quiero hacerlo con especial cariño a Klaudia Bauen y a su estupendo blog y su interés en mi historia.  http://losfantasmasdeeos.blogspot.com/
A LadyLuna (http://sf-silence.blogspot.com) por su sensibilidad y sus comentarios tan encantadores. 
Y por último, pero no menos importante a Carlita, su blog La rosa del desierto (http://vermouth-lashistoriiasdenatsue.blogspot.com/.) me recuerda mucho a la escritora que yo empecé a ser a su edad además de sus estupendos comentarios sobre mi historia me hacen saber que la lee y la comprende de una manera muy especial.



miércoles, 16 de febrero de 2011

Una Erasmus para Laura - Capítulo 33


El sonido, que los bogies del vagón hacían sobre los raíles, había sumido a Laura en una especie de ensoñación particular, acunada por la canción del ritmo del tren en su camino hacia Chorleywood.  Tatac-tatactatac-tatac… los ritmos se sucedían acompasados convirtiéndose en una música de fondo que la aisló del ruido de los demás usuarios e incluso del que hacían sus mismas amigas, que divertidas, iban de charla y risas entre ellas.   Sus pensamientos parecían aletargaos complaciéndose en el panorama de los paisajes diferentes que le ofrecía la ventanilla al paso por los barrios del extrarradio londinense. Las chicas y ella habían salido temprano dispuestas a sacarle bien el jugo al día en que iban a celebrar el cumpleaños de las mellizas españolas. Habían llegado en metro desde Highgate hasta la estación de Marylebone, donde se encontraron con Daphne Evans y Alice Porter y habían transbordado a un tren que las llevaría hasta el pueblecito limítrofe con la enorme metrópoli.  Los pensamientos de Laura seguían atrapados entre dos ideas que daban vueltas en su cabeza: Sherlock Holmes, de quien se acordó al detenerse el metro en Baker Street. De pequeña solía leer unos comics el famoso detective que le comparaba su padre, a quien gustaba mucho, y verse por unos instantes en la estación de la famosa calle, le hizo volver a revivir aquellos días de su infancia y adolescencia en los que su padre y ella habían disfrutado tanto de la historias de Conan-Doyle. Pensando en su padre no dudó un instante en salir de la estación, al llegar a Marylebone. Sin pensarlo dos veces, abandonó la cola en la taquilla dejando a su hermana y sus amigas atrás. Salió para ver la marquesina y una extraña sensación de deleite la invadió cuando la observó recordando la que había visto en el film que disfrutó con sus padres en su infancia, a los que había oído hablar sobre Los Beatles contándole maravillas sobre su obra. El mítico grupo musical que revolucionó la música en una época de la que Francisco Bernal guardaba muy buenos recuerdos, trajo a su memoria una de las escenas de una película que había visto infinidad de veces en el salón de su casa y que estaba rodada en aquel lugar. “¡Era la misma!”, se dijo admirando la marquesina y sacó su cámara digital para tomarle unas fotos que le enviaría a su padre vía msn. “Cómo las iba a disfrutar”, se apuntó segura de lo que pensaba. Él era un auténtico fan del grupo y coleccionista y aquellas fotos iban a resultarle una maravilla.  La voz de su hermana Carmen la sobresaltó sacándola del disfrute momentáneo en el que pensaba en su padre y en aquella especie de regalo que simbolizaban las fotos que había tomado del icono de toda una época dorada...

domingo, 6 de febrero de 2011

Una Erasmus para Laura - Capítulo 32


Hacía una tarde ventosa y el tiempo no invitaba a salir. Después de un día de clases duro, Paul se preparaba para ir hasta Regent’s Park y dar un buen paseo a Drake para que desfogara energía corriendo detrás de su pelota. Se puso su anorak a prueba de agua y viento y se calzó unas botas en vez de las Converse de siempre, sus pies estarían a salvo de la humedad del césped después de los días lluviosos que habían tenido. Drake le esperaba impaciente sentado cerca de la puerta, caldeaba nervioso moviéndole la cola demostrando así su alegría, pues estaba claro que sabía que Paul le iba a llevar a la calle a pasear. Mientras, él seguía trasteando por los cajones en busca de su ipod y los auriculares para llevárselos al paseo, era más entretenido escuchar buena música en tanto estaba con el perro que hacerlo sin ella. En ocasiones John le acompañaba y ambos se divertían jugando con Drake , pero la tensión que había entre ellos por el asunto de Laura los había distanciado algo. Aunque Paul seguía pensando que todo aquello era completamente absurdo y no comprendía los pensamientos y, menos aún, la postura de John en todo aquello. Acomodó sólo un auricular en la oreja y salió de su dormitorio junto al perro que bajó tras él las escaleras de dos en dos escalones, llegando antes que el chico a la planta de abajo donde volvió a sentarse en espera de que Paul lo alcanzara y le pusiera su collar de paseo, pero los ladridos alegres de Drake le indicaron a Paul que alguien había llegado. Al alcanzar el vestíbulo Paul se dio de bruces con Mike que entraba de la calle y estaba despojándose de su chaquetón en el perchero de la entrada. Paul se acercó a él sin soltar las cosas de Drake que llevaba en la mano, le miró con gravedad intentando encontrar las mejores palabras que con pocas de ellas dejasen bien claro lo que quería decirle. La idea de los bombones se cruzó en su mente y de repente, al ver a su hermano, un tempestuoso arrebato se apoderó de él. Toda la buena energía que llevaba ante la idea de pasear con Drake se esfumó. Se acercó a Mike mirándole con seriedad, pero con su actitud bastó sólo para que Mike se diera cuenta del significado de sus palabras por parcas que fuesen.
―¡No te acerques a Laura nunca más! ¿Entendido? ―le amenazó con un dedo, los dientes apretados y una postura indudablemente dominante―. Si me entero que has ido por ahí con más bombones o más mierdas de esas, te parto la cara.
Mike sintió en su interior un sobresalto que trató de controlar para no delatarse. Miró a Paul haciéndose el nuevo, simulando sorpresa e incluso dejó escapar varias sonrisitas disuasorias.
―Pero, ¿de qué vas, tío? ¿Qué bombones? ¿De dónde sacas eso? ―le dijo para camuflar su inquietud.
―Encima cínico… ―le protestó Paul más alterado por la forma en que Mike se mostraba―. Me lo dijo Laura. Me agradeció mucho los bombones… y las flores… y los globos… ¡y la “visita”! que le hice ayer por la tarde ―le increpó, aunque controlando el tono para que su madre, que estaba en la sala de estar, no le escuchara―. ¡Fuiste tú, mamonazo! Por eso, ¡apártate de ella!
―Pues para cubrirte la espalda, cuando te interesó, bien que me pusiste a su lado. Entonces no te importaba. ¡Doble o nada era tu juego no el mío! Ahora te molestas porque he sido amable con ella.
―¡Fue una urgencia! Y lo sabes bien que no miento… Sabes por qué lo hice y te recuerdo que no querías… ―apostilló para paliar el ofensiva―. Una maldita urgencia, Mike, que no debió suceder nunca. Además, pienso poner mis cosas en claro con Jane y con Laura.
―¿Con Jane? ―inquirió curioso―. ¿Piensas hablar con ella de todo esto? Dudo que te escuche la segunda palabra antes de haberte propinado la ostia del siglo. ¿O es que piensas romper con ella?
―Por supuesto ―alegó Paul seguro de sus palabras.
Mike le miró un par de veces nervioso delatando un interés oculto por todo aquello relativo a Jane. Paul le miró fijamente esperando alguna palabra de su parte, pero él agachó su mirada disimulando entre los libros que traía en la mano. Al no obtener ni una palabra, intuyó en el silencio de su hermano un aliciente furtivo escondido detrás de todas las evasivas que le había dado siempre con respecto a Jane y que ahora delataban sus aspiraciones―. Pero, ¿de qué vas? ¿Desde cuándo te interesa Jane?  ¿No has dicho siempre que no la soportabas? ¿Qué ha pasado para que cambies tan radicalmente?
―¿Puedo quedármela oficialmente?  ―expuso dejándose llevar por un irrefrenable impulso al saber que Paul iba a dejarla―. Quiero decir… conquistarla. ―le sonrió en descargo de sus errores lingüísticos―. Desde… desde hace unos días… ¡Sólo unos días! Ya sabes, veo a Jane diferente… Antes creía que tenía la cabeza hueca pero la tiene llena y muy bien amueblada. Me resulta hasta un poco divertida. ¡Y no me preguntes por qué! ―se adelantó a la siguiente pregunta que le haría su hermano―. Porque ni yo mismo lo sé.
—¿Mike, estás bien? ―Paul le observó con un gesto indiscutiblemente irónico como si realmente  Mike estuviera tan raro que no le reconocía.
—¿Es que no puede gustarme Jane? La gente consigue cambiar.
Paul le miró sorprendido sin poderse creer lo que había escuchado. De repente un temor, sobre que las cosas entre Mike y Jane habían ido a más de una simple sustitución y basta, nació en su interior, pero prefirió no decir nada. No era el momento. Aunque una preocupación más se alojó en su mente  haciéndole sentirse verdaderamente intranquilo y culpable por ello.
―¡Se te va a olla, tío! ―le reprendió mirándole con el gesto torcido haciendo el tornillo con su dedo sobre la sien con fuerza mostrándole una clara amenaza en sus ojos―.  ¡Se te va la olla! Jane sólo tiene serrín en su bonita y pelirroja cabeza...

Que las hadas y musas elijan un capítulo para ti. Con suerte te quedas a compartir esta aventura.


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